domingo, 21 de marzo de 2010



Acaricia con la palma de su mano.
Despacio, lento, suavemente.
Consolando su vientre.
Con cuidado. Su vieja mano,
puede estropear allí,
donde por momento hay vacio.
Seco, liso, limpio.

Mueve y agita,
su delgada extremidad alternativa.
Esperando que escupa,
algún pensamiento de el.
Tiene suerte,
puede dar a luz,
sin pasar por el dolor del parto.

No intenta inventar.
Mediocres actos no son su habilidad.
Compite a la par de Dios,
creando a su antojo.
También, lo incita a competir,
demostrando que con un suspiro,
puede matar a sus descendientes.

No se da cuenta,
del insecto que camina
perdido por su pared.
No hasta que no termine la música.
Solo ahí levanta la cabeza,
cuando el disco salta.

Borra algunas atrocidades.
Le da ruido al ambiente,
con el crujir de su cuello.
Mira a su hijo desde lejos.
El lado derecho de su boca, sonríe.
Diciendo: Me gustas mucho.
El lado izquierdo de su boca,
haciendo pelea, esta serio.
Diciendo: Claro, si sos mi hijo.

En unos meses se olvida de el,
como de tantos otros.

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